Política ecorregional

POR: LUIS MANUEL ESPINOSA E.

Además de la vecindad, el territorio lo forma el entorno. De manera que a partir del sitio del asentamiento social va cobrando sentido el lugar por su topografía y el paisaje que lo avista. Los culturólogos urbanos afirman que el barrio es el inicio del territorio citadino, que identifican y delimitan calles y plazas. Y los pueblos originarios hablan del territorio como algo viviente, como la expresión de la madre tierra, a la que hay que cuidar por ser fuente de vida.

Entendido como un todo, el territorio no es solamente el espacio que ocupa un pueblo, el cual comprende su zona de influencia en términos occidentales, si no, una parte de la tierra que prodiga un medio ambiente armónico y saludable. De suerte que el concepto de territorio derivado del derecho no es suficiente para definir la idea del mismo, puesto que ello se reduciría a la simple posesión y uso que se le dé, mientras que desde una perspectiva integral comprendería también lo ecológico, lo religioso y lo político.

Los taironas de la Sierra Nevada, que son los hermanos mayores según los muiscas, dice Luis Alberto Díaz, un estudioso del tema, lograron trasmitir a pesar de todo el concepto ecológico del territorio que hoy las nuevas generaciones tratan de defender. Y es que las culturas aborígenes, no obstante la fusión e hibridez con las culturas invasoras, encubrieron conceptos y creencias como medio de sobrevivencia ante la ruptura impuesta por la Conquista. Seguramente, muchos valores del pueblo cenú subyacen entre los actuales de la cultura sabanera, surgida de la mezcla de aquella con la africana y europea.

Actualmente el término territorio tiene una acepción bastante amplia, no solo por aquello de lo ecológico, sino por lo político. De tal suerte que se hace necesario, emplear lo territorial también como un instrumento de desarrollo. A raíz de la globalización, el Estado-Nación, surgido del concepto hegemónico elaborado en la Europa medioeval, comienza a darle paso a la región como localidad autónoma que más que necesitar espacios territoriales muy amplios lo que requiere es flexibilidad para actuar con independencia del Estado en el cual está inserta.

En consecuencia, la conducción de la sociedad moderna exige un manejo adecuado y acorde con la demanda que tiene el mundo del territorio como reserva natural. Es decir, antes que una institución estatal pesada, se pretende una estructura bastante ágil, dinámica y apropiada que responda a las necesidades de las gentes. Una que permita darle al territorio un uso adecuado.